Me aquieté. Dijo: hirviendo te quiero.
Partícula soy, visita del sol eres para mi.
Enfermo estoy de pena, como medicina eres para mí.
Sin ala ni pluma detrás de ti vuelo.
Limadura soy y como un imán eres para mí.
El viento del alba del secreto es confidente, no duermas.
Hora es de llorar y de petición, no duermas.
Para los que son de los dos mundos del principio al fin,
cerrada no está la puerta, está abierta, no duermas.
La altivez más que la humildad es grata.
No seas sobrio que la ebriedad es más grata.
En la existencia del amigo anúlate.
Tal no existencia, más que la existencia es grata.
Ese bocado que no cabe en la boca, pídelo
y esa ciencia que no cabe en palabras, pídela.
Hay un secreto dentro del corazón de los hombres de Dios.
No cabe en ese centro, Gabriel, pídelo.
Esclavo soy del que sin nos está alegre.
Pareja soy del dolor de aquel que solo está alegre.
Dicen: ¿En qué cifra el gozo de la felicidad?
Esto lo ignoro, mas su desdén es alegre.
¡Oh, fruto de la escanciadora, deja la tristeza atrás!
¡Tú que hablas con el espíritu santo, este instante deja atrás!
Dijiste: de la tristeza huí y me puse alegre.
¡También la alegría del alma deja atrás!
Cuando hables del amable rostro del amigo, oh corazón,
respeta el turno y el paso, oh corazón.
Vacía tu propio paso de lo que no sea él
para no hablar sin palabras del amado, oh corazón.
Amor con la perfección y el robacorazones con la cara.
El corazón del verbo lleno y la lengua está callada.
¿Dónde se vio situación de rareza parecida?
Yo sediento y ante mí, fugitiva, el agua clara.
Vino el ídolo de clamoroso grito en pos de vino.
Como cántara de azúcar a mi vera se sentó.
A su vera tanto el laúd, como el rabel colocó,
Para tocar esta cuerda: alegre estoy sin mí mismo.
A la cola de nuestros esclavos ve y no temas.
Tierra sé de nuestro umbral y no temas.
Si pretende el mundo entero quitarte la vida,
Sé de los nuestros, sosiega tu corazón y no temas.
La ciencia que desate nudo busca.
Aquella, antes de que el alma te escape, busca.
El no existente que parece existente, deja.
El existente que no existente parece, busca.
¡Oh corazón! por más que grites este camino no te darán.
En el umbral de la inexistencia, únicamente, te citarán.
Y están sus aves, en tanto tengas alas y plumas
plumas y alas te negarán.
Este pecho lleno de llamas a su ciencia se debe
y la enfermedad que sufro a la fiebre que él desata se debe.
Evito todo lo que el médico ordenó,
menos el vino y el azúcar que a su labio se deben.
El día en que la senda de Saturno emprenda el alma mía
los miembros de mi cuerpo serán tierra esparcida.
Con el dedo en el suelo escribe tú: ¡levántate!
Del suelo saltaré y atrapará mi cuerpo el alma mía.
Dije: corazón y religión te dediqué;
de todo lo que tenía te hice ofrenda.
Dijo: ¿Quién eres tú para hacer o no hacer?
Yo fui quien hizo tu naturaleza inquieta.
Yo no digo nada ya sobre este mundo,
que yo soy de fiesta y el mundo de luto.
El peón te llevas, si bien a nosotros el rey te nos llevas.
Deja aquí el peón, lleva rey y torres y a nosotros juntos.
El alma que amiga era, extraña es ya.
La prudencia que galeno era, enajenada es ya.
Los reyes ocultan en las ruinas sus tesoros.
De tesoros nuestra ruina, ruinas es ya.
Fui un halcón en vuelo del mundo secreto.
Por llevar la caza del descenso al cielo,
aquí no hallé a nadie que me comprendiera:
por la misma puerta entré y salí de nuevo.
Trabajo y tienda y oficio hemos quemado.
Poesía, oda y “dobaití” aprendido.
En amor que es vista, corazón y vida;
vida corazón y vista hemos quemado.
Acéptame, oh amigo, y mi vida arrebata
Embriágame y de los dos mundos arrebátame.
Con todo lo que apacigüe mi corazón sin ti,
préndeme fuego. Cada cosa arrebata.
Vuélvete, lo que te necesito, verás;
que en vela paso mis largas noches, verás.
No yerro, esta separación de ti
me quitará la vida y ya no me verás.
De tristeza cada día desborda más mi corazón por ti.
Tu cruel corazón más hastiado está de mí.
Me dejaste, no me dejó, por tu causa, la tristeza.
En verdad más fiel que tú está siendo la tristeza.
La puerta del encuentro guarda cerrada para mí el amigo.
Es evidente, roto quiere mi corazón el amigo.
Desde ahora mi desgarradura y yo en su puerta estaremos
porque un corazón roto es lo que quiere el amigo.
Estoy en tu amor, los consejos son vanos.
Veneno he bebido, el azúcar es vano.
Dicen que me sostenga con el pie en la cuerda.
Loco está el corazón, el pie y la cuerda son vanos.
El agua que tal sangre esta mirada derrama.
Sangre es, mira cómo se derrama.
Claro está, es cosecha de mi sangre:
el corazón la devora y la vista la derrama.
De amor el corazón en sufrimiento cambiaré.
La vida en escudo de la airada flecha torné.
Lo que de mi vida no entregué a tu amor
con sangre y dolor hoy repararé.
Primero con mil favores me acarició,
al final con mil angustias me consumió.
Como canica de amor fui yo en su juego,
por entero me hizo suyo y entonces me disparó.
Para la añoranza de tu amor un pretexto basta.
Para los que están ebrios de ti un pretexto basta.
No saques la espada de infidelidad:
para darnos muerte la punta del látigo basta.
El dolor que me causa no dejo yo que me huya.
De él mi corazón no arranco hasta que la vida me huya.
Así el dolor del amigo me domina:
ni por cien mil curaciones permitiré que me huya.
Por amistad, amigo, de ti cerca estamos.
Allá donde pisas, por ti, suelo somos.
Y como merece la fe del amor
en ti el mundo vemos y a ti no te vemos.
Palabras tan amargas y desgarradoras…
Sé justo, ¿las merece acaso aquella boca?
Su dulce labio nunca profirió amargura alguna:
el sabor desabrido se debe a la acritud de mi destino.
Eres aquel cuyo gozo comparte el ángel.
No es de extrañar que enamores al hombre.
Yo mientras viva tu esclavo seré:
si quieres no me llames, si quieres llámame.
¡Ay, corazón, herido y agotado te mantienen!
Loco y con el pie atado te mantienen.
Y como todo hueso almendra alberga,
por ello siempre roto te mantienen.
Dije a la noche: pues tienes fe en la luna
tu fugaz pasar se debe a la inconstancia suya.
La noche me miró y esta excusa me daba:
y yo qué culpa tengo si el amor no acaba.
Aquel amor desnudo galopa hacia la estepa.
Lo vio mi corazón y lo reconoció por su hermosura y su grandeza.
A sí mismo se dijo: cuando escape de su rostro
con el rostro del amor, amores habré.
Desde que en el rostro de mi corazón el celo atesoro
otro corazón no existe en el mundo tan vivo y gozoso.
Por Dios que no sé que sea vivir sino el puro gozo:
oigo la tristeza mas la desconozco.
¡Oh mente, aparta, que aquí no hay prudentes!
De ser pelo en un pelo no cabrías.
Viene el día y ante la llama del sol quita una máscara
cada lámpara que se enciende de día.
Tu pie he atrapado, no tengo tu mano.
Sólo en tu cariño, que el corazón busca, el remedio vale.
Siempre me reprochas que en mi corazón no hay agua.
Si no hay agua en él, lloran sangre las pestañas.
Cosecha hubo de dolor y en medio de curación se convirtió
mi descenso fue ascensión y el impío a la fe se convirtió.
Alma y corazón y cuerpo velo fueron del camino,
hoy corazón el cuerpo se tornó y el corazón tornose alma
y el alma en alma de almas se convirtió.
El arrepentimiento que su corazón en hierro trocó
para darme muerte sus ojos abrió
y aunque tal tu bucle yo soy onda en onda
con el arrepentimiento lo mismo haré yo.
Sin amigo no quedó quien con él se concilió.
En pobreza no quedó quien la compra concertó.
La luna atrapó la luz porque no huyó de la noche.
La flor consiguió perfume porque a la espina entendió.
No hay quien de alguna pasión no esté preso.
No hay quien allá en su cabeza no albergue locura.
Del hilo de dicho delirio que eleva asoma la punta:
visible confirma su invisible asiento.
La cara del sol del cielo es ajena
como tu excelencia del cuento es ajena.
Dentro de mi alma tu amor acontece.
De alma y universo esta estrella es ajena.
Ahora que tu rostro el alma del mundo ha robado,
que en tu casa te sientes es un gesto vano.
El día que en luna mudaste, ¿acaso ignorabas
que el dedo del mundo hacia ti se había orientado?
La tierra del hombre mudó en barro el rocío del amor.
Cien sediciones y anhelos el mundo engendró.
Cien lancetas de amor hirieron la vena del espíritu.
Cayó una gota y se le dio el nombre de corazón.
Por tu amor el mar todo, de arrebato, fluye.
A tus pies derraman perlas las mismas nubes.
Por tu amor un relámpago al suelo ha caído.
A él se debe el humo que por el cielo huye.
Amor existe desde el origen a la eternidad.
El que va en pos del amor no tiene par.
El futuro día de la resurrección,
el corazón sin amor rechazado será.
Si el mar entero llena las ballenas
y si los leopardos todos los campos llenan;
si los avariciosos alcanzan la riqueza,
los enamorados, el bello rostro colorido ostentan.
No nos abandona aquella tristeza, fruto de tu amor.
¿Quién guarda la vida, con tristeza tal?
Cien mil corazones en ruinas dejó tu separación.
De haberte encontrado nadie da señal.
El amigo, ¡que en la tristeza me encierre!
Triste estoy porque no le gusto alegre.
Cuando se da cuenta de que yo estoy triste
oculto, dulce ríe.
Su bucle negro y su esbelta estatura, contempla.
El dulzor de aquel granate azucarado, contempla.
Dije: dame un beso del diezmo de hermosura.
Se volvió sonriente y dijo: su locura contempla.
El que te haya visto, oh dueño de mi vida.
¿Cómo en otro amante la vista pondrá?
Y aquel que hacia ti oriente sus ojos
oscuros, lo juro, luna y sol verá.
Pues hemos vuelto del rostro del amigo a la primavera
el jardín de qué sirve, para qué sirve la fiesta.
Di: en el jardín brota la espina, no el tulipán
y de la nube, en vez de gotas, di: que llueva piedra.
Anoche vino a mi lado una amada figura:
ágil cabeza, habla dulce y labios de azúcar.
Su cara como la luz del sol me despertó
Pues levántate cuando veas la luz del sol.
En el órgano del mundo me mudé por tu amor
y arrojó luz tu púa en mi situación.
Como arpa es ahora mi figura entera
gime cuando me tocas, cada cuerda.
Tus labios de granate recuerdo y beso la piedra.
No tengo a mi alcance aquéllos y beso ésta.
Y como mi mano no llega a tu cielo
en tierra me postro y la tierra beso.
Aquel corazón que pensaba en el mío,
por Dios que no lo he prestado a ningún amigo.
Me dejó, oh ídolo, y hacia ti se fue.
Cuídalo bien como yo lo cuidé.
Dije: mío ojo en el río Yeihun lo convierto.
Dije: mi corazón dijo: de sangre lo lleno.
Dije: mi cuerpo dijo: en todos estos días
la máscara le quito y de la ciudad lo echo.
Si en el combate y lucha que contigo libro, muero
sufro tortura por ti y no suspiro de miedo.
Vampiro soy de la oblicua herida de un guiño tuyo,
como la flor que es tu imagen, con una sonrisa muero, cuando te veo.
Pobre corazón, en dolor ardiente,
arde en el fuego de tu amor alegre.
Ardiendo, tu corazón por mi amor cayó.
Sí, que en el fuego cae cuanto vive urente.
Sentado con un hombro junto al suyo, en la tertulia estaba.
Estrecharlo en abrazo no he podido.
Con un pretexto me acerqué hasta rozar su cara con mi cara.
Es decir: me puse a contarle cosas al oído.
Por tu rostro siempre vergel fui.
Y por verte dos ojos claros fui.
Decía: apártese el mal de ojo de tu cara.
¡Alma mía! Acaso aquel mal de ojo fui.
Anoche estuve allí y aquel ídolo clemente…
Yo era todo súplica y él todo caricias.
Pasó la noche y no acabó nuestra historia.
No es culpa de la noche: nuestra historia era larga.
Fui con el amigo de paso al jardín.
Por azar mis ojos miraron la flor.
El amigo dijo: vergüenza te cubra.
Mi rostro está aquí ¿y tú miras la flor?
Hice un viaje, de tu amor, en el desierto.
En pos de algún indicio de tu encuentro.
En cada parada que puse el pie
vi caída una cabeza, tirada un cuerpo.
Aquél se fue, que no halló el amigo que merecía.
Mi corazón no había agotado su visita.
Se fue y no quedó su caricia en mi corazón.
Sí, parte la flor y nos deja la espina.
Desde que en trabajo por tu amor mi pena cayó,
pobre corazón, en penas sin cuento, forzado, cayó.
De penas de amor sufrió tantas veces…
Mas nunca en dolor como el de hoy cayó.
Si el que guarda mi amor me rasga la piel,
no grito, ni digo que el dolor viene de él.
Para mi todos son enemigos, amigo sólo es El.
Quejarse ante enemigos del amigo no está bien.
No es el amor más que beber vino de eternidad.
Vivimos para entregar la vida, otra razón no hay.
Dije: cuando yo te conozca, pereceré.
Dijo: para quien me conoce muerte no habrá.
El amor vino y partió como sangre en vena y piel
hasta vaciarme de mí y llenarme del amigo.
El amigo se adueñó de mis miembros y mi ser.
De mí sólo un nombre queda y todo es él.
De tanta tristeza y suspirar por ti
temo que el deseo me destruya a mí,
que de ti arrancado, alma de mi mundo,
la sangre me huye y no sabes de mí.
Tu amor tan sabio y maestro, ¿a qué se debe?
Tu afecto de sutil fundamento, ¿a qué se debe?
De amor, ¿por qué ardo, si no es alegre?
Y si alegre es el amor, tanto grito, ¿a qué se debe?
¡Eh, luz del corazón, vista y alma! ¿Cómo estás?
¡Mi esperanza en los dos mundos!, ¿cómo estás?
¡Sin tus labios de granate, estoy que no me preguntes!
Tú sin mi cara amarilla…No pregunto cómo estás.
Eh, corazón cansado, es el día de nobleza.
Estoy en su amor, ¡qué lugar de extrañeza!
Toda cosa sometida es a prudencia.
Ahora es hora de locura, déjala.
A veces le di el nombre de vino, otras de copa
A veces de oro bruñido, en bruto otras.
A veces de semilla y otras de caza, de trampa a veces.
Todo ese enigma para que el nombre calle mi boca.
Oh tú, par al sol matutino, ven.
Sin tu rostro hoja y jardín palidecen, ven.
Tierra y polvo es el mundo sin ti, ven.
La fiesta gozosa es frío sin ti, ven.
Arrancar no puedo de ti mi corazón.
Mejor es que en tu amor deje el corazón,
que si no dejo en tu amor mi corazón,
el corazón, ¿qué es?, ¿de qué me sirve el corazón?
En el camino del cataclismo dejé mi corazón.
Al entregarme a ti, solté los pies del corazón.
Hoy con el viento llega tu perfume.
Por darle gracias, dejo en el viento el corazón.
Por el vino se tornó puro granate la perla nuestra.
En cólera por nosotros incurrió la copa nuestra.
Vino tras vino hasta tal punto bebimos
que a la cabeza del vino nos pusimos y el vino en la nuestra.
Me lanzo embriagado allí
por ver que el alma del mundo está allí:
o el pie alcance mi objetivo y meta
o, como el corazón, pierda la cabeza allí.
Ruinas de amor somos hoy como siempre.
No abras la puerta de la mente, toma el rabel,
que hay cien clases de oración y de genuflexiones
para el que tiene el rostro del amigo por mihrab.
No necesitamos vino para la ebriedad,
ni para gozar del encuentro arpa ni rabel.
Alegres y ebrios estamos tal ebrios de amor sin escanciadora, flauta ni juglar.
No es la primavera esta estación, otra estación es,
y la ebriedad de cada ojo por distinta imagen es.
Y aunque esté bailando la hojarasca toda,
esa agitación de cada rama, de distinto origen es.
Hizo viento y en la cabeza embriagada la flor derramó.
Llegó el amigo y vino en la copa del amigo derramó.
Su bucle de jacinto tierno impidió el florecer de los herboristas;
su ojo de narciso ebrio la sangre de los sobrios derramó.
De existencia y no existencia soy ajeno
y haber cortado con ambos no es de caballero.
Con tanto prodigio extraño en el corazón
se debe a la locura si no enloquezco
Al entrar en la fiesta te recordó mi corazón.
Robó la copa a la copera, la tiró, la rompió.
Ni borracho ni sobrio, agitado salió fuera.
Se inició el rumor de que enloqueció.
La cabeza que no sabe del vino, duerme.
Aquel que lo conoce, ¿cómo duerme?
Cada noche el amor a ambos oídos me murmura:
¡Qué triste el que sin él se duerme!
En cuanto tu vino en nuestra copa fluye
se alzan los que están del mundo escondidos.
Tanto nos evitan los de sobrio juicio
como aquellos, fruto de taberna, huyen.
La ofensa en tus labios, astro de la noche,
procede del fuego igual que el granate.
Diré que una ofensa tal es agradable
como toda brisa a la flor le es goce.
En pos de tu bien cortó él una caña.
Por amor de tus labios de azúcar la escogió
y bebió esa caña tal vino en tus labios
que, embriagada en ellos, rugidos lanzó.
¡Gozo, deseantes, llegó el deseado!
¡Albricias, amantes, que llegó el amado!
Llegó aquel remedio del dolor de Job.
Llegó aquel José de cien mil Jacobos.
Un ardor sin fin da vueltas y vueltas en nuestras cabezas.
Es el corazón que ave se ha tornado y en círculos vuela.
Sola, sola gira cada singular partícula nuestra.
¿Acaso el amante gira por doquier, por doquier da vueltas?
¿Que la tristeza en torno al corazón de los nobles gira?
En torno a los angustiados y los fríos, la tristeza gira.
Los caballeros de Dios albergan un corazón con un mar
por cuya ola, jubilosa, la cúpula giratoria gira.
Mañana, cuando hombre y mujer se enfrenten en la resurrección,
por sus hechos la cara pálida habrá de temor.
Yo tu amor enseñaré en la palma de mis manos
y diré que en mis haberes se cuente con este amor.
Dicen que un excelso paraíso habrá
donde vino puro y huríes habrá
así que tomemos amantes y vino
pues al fin y al cabo eso mismo habrá.
¿Quién dijo que aquel vino eterno murió?
¿Quién dijo que el sol de esperanza murió?
Aquel enemigo del sol saliose al tejado,
dos ojos cerrando, dijo: el sol murió.
Cuando el amante brilla como el sol,
el enamorado tal una partícula empieza a girar;
cuando el viento de primavera agita el amor,
toda rama, que no se halle seca, se pone a bailar.
El amor no es aquel que en todo instante te eleva
y debajo de ambos pies el polvo eleva.
El amor es aquel que te hace entrar en la “samá”
te hace perder el alma y de ambos mundos te eleva.
Hierve el corazón para alcanzar tu calor;
pierde el sentido para alcanzar tu conciencia.
Bebe veneno para alcanzar tu dulzor;
aro se torna para alcanzar tus orejas.
Mi corazón sorbe néctar a diario.
De tanta alegría, olvida el pasado.
Por amor él bebe la primera copa,
luego nos la entrega y nos embriagamos.
Cuando de noche el corazón del cielo es un vergel,
el mundo entero se queda inmóvil como mi corazón.
Cien suspiros alientan el espejo del corazón.
Claro el espejo del corazón por el suspiro es.
Busca una amiga que rebelde sea.
Corazón, vampiro y sanguijuela sea.
Que contra la rueda y las estrellas luche.
Que parta por mar y ardiente fuego sea.
Dije: mi ojo dijo: una nube alcanza menos.
Dije: mi lágrima dijo: un espejismo alcanza menos.
Dije: mi corazón dijo: una “asadura” alcanza menos.
Dije: mi cuerpo dijo: una “ruina” alcanza menos.
El corazón vino y dijo: su locura, larga.
La noche vino y dijo: su hermoso bucle, largo.
El ciprés vino y dijo: su altura, larga.
Él es nuestra amada vida, dile que sea larga.
Tan agitado vino el amante, que no preguntes.
Fue tanto el fuego cuando partió, que no preguntes.
Dije: no hagas. Dijo: no hagas que no haga.
Tanto gustó de mis palabras, que no preguntes.
¡Eh, día de alegría y claridad, tu hora feliz!
¡Oh, mundo de fiesta y seguridad, tu hora feliz!
A la sombra de tus bucles me duermo un rato.
También tú estás de acuerdo, ¡tu hora feliz!
Si algo te he pedido, a ti te he pedido.
Por tu amor, de amor un banquete ha dispuesto.
Algo soñé anoche y se me ha olvidado;
lo sé pues del sueño ebrio he despertado.
Esta noche que el vino del alma es perfecto, perfecto,
copero es el rey y el vino es espeso, espeso;
los instrumentos de fiesta están completos, completos;
oh corazones vivos, ilícito es el sueño, el sueño.
Volví y me senté delante de ti.
La túnica blanca de tu rostro vestí.
Todo compromiso lo hice sin ti
cuando vi tu rostro, todo, lo rompí.
Si un instante sólo en mi fuego hiervo,
un instante sólo olvidarte anhelo.
Una copa tomo que la mente aparte;
en la copa asomas y en ella te bebo.
Por él se tornó más digna que el día mi noche.
Más sutil que el espíritu se tornó mi molde.
Fueron a besar sus labios mis labios
del néctar del azúcar no hallaron espacio.
Ayer fui como una flor en el vergel
hoy soy como ayer y más que ayer.
Pues la mano no capta que seas mi atadura
si aplaudes, ¿cómo no bailaré?
Oh vida de mi cuerpo y fuerza mía, todo tú.
Alma y corazón, oh corazón y alma míos, todo tú.
Te has vuelto todo mi ser, por eso eres todo yo.
Yo me he vuelto nada en ti, por eso soy todo tú.
Si tienes paciencia, la envoltura de tu paciencia rompamos.
Si te duermes, el sueño de tus ojos apartemos.
Si la montaña eres, en el fuego al rojo te pongamos.
Si eres el mar, tu agua toda bebamos.
Hoy no sé con qué pié has venido
que desde la aurora embriagado has venido.
Si la sangre bebes de mi corazón, no te soltaré,
pues con la sangre del corazón te han conseguido.
Oh sol que la cara has encendido,
perfección de su llama has aprendido.
De todas las estrellas humeantes,
delante estás porque más has ardido.
No es baile aquél do en cualquier punto te elevas.
Sin dolor, tal polvo, desde el centro te elevas.
Baile es el que de ambos mundos te eleva.
El corazón te rompes y con el alma entera te elevas.
La flor de granada esclava es de tu cara, no duermas.
¡Oh labios de grana que derraman perlas, no duermas!
¡Oh narciso ebrio que la sangre bebes, no duermas!
Es noche de fiesta esta noche, no duermas.
Nunca de mi olfato tu perfume huye,
y nunca tu imagen de mis ojos huye.
Por ti noche y día muero de deseo.
El deseo sigue y la vida huye.
Llegó la noche y ¡qué quemadura en este pecho!¡Qué sorpresa!
Creo que se inicia el día, ¡qué sorpresa!
Noche y día no caben en los ojos del amor.
Los ojos del amor ciegan los ojos, ¡qué sorpresa!
Sí, tus excusas no bastaban, ídolo mío,
llegó el sueño y de nos te robó.
Duerme feliz que hasta el alba diré yo:
¡Ay, tus ojos de narciso adormecido!
No hables de atadura -mi pie no está atado-,
igual que tus bucles van ondas en ondas.
No hables del cuenco de azúcar que habita en tus labios,
tampoco del fuego del labio que mora en tu boca.
El sol es doble, ¡qué día es el de hoy!
Fuera está de los días y separado, el de hoy.
Desde la rueda voces y lluvias caen sobre los hijos de la tierra.
¡Perdidos corazones: la buena nueva! Es vuestro día el de hoy.
Hoy el excelso aplaudiendo ha venido.
Visible y oculto, ante el alma ha venido.
Ebrio, alegre, hermoso e impaciente ha venido.
Por ello así estoy, que así mismo ha venido.
Eh, agua de vida, gota de agua de tu cara!
¡Eh, luna de cielo, reflejo de destello de tu cara!
Dije que quería luna para la noche larga:
noche de la noche de tu bucle y luna de tu cara.
Nuestro sol y estrellas, nuestra luna es él,
nuestro pecho y casa y patio y vergel,
también es la Kaaba; también la promesa y el ayuno es;
y hasta el Ramadán, la noche del Qadr y la fiesta es él.